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El “caso” del Monasterio de Pienza. Restablecer la verdad. Monseñor Viganò.

feb 28, 2023

Marco Tosatti

Muy estimados StilumCuriales, recibimos y publicamos con gusto este texto recibido del arzobispo Carlo Maria Viganò. Feliz lectura y difusión.

 


 

§§§


ALGUNAS PRECISIONES

para restablecer la verdad sobre la situación

del Monasterio “Maria Tempio dello Spirito Santo” de Pienza

Primera Parte 


La secuencia de los eventos

Luego de la difusión de noticias contrastantes y contradictorias respecto a los recientes acontecimientos que han afectado a la Comunidad de clausura del Monasterio benedictino de Pienza, considero mi deber como Pastor intervenir para restablecer la verdad de los hechos, tal como están al alcance de quienes no tienen prejuicios y se preocupan por el destino de las Monjas, y poner de relieve la actitud abiertamente hostil hacia ellas por parte de la Autoridad Eclesiástica. Esta primera contribución mía proviene del conocimiento directo y personal de la Abadesa y de las Monjas, en cuyo nombre pretendo hablar. En esta primera parte analizaré la secuencia de los acontecimientos; en una segunda parte, el contenido de las medidas de la Santa Sede y su encuadramiento en el contexto más amplio de la acción demoledora de Bergoglio; en una tercera, las iniciativas a tomar.

 

I. Los orígenes

En primer lugar, es necesario partir del nacimiento del Monasterio. Doce de las trece Religiosas que componen el Monasterio provienen de la comunidad benedictina "Santa María de las Rosas ", de Sant'Angelo in Pontano, perteneciente a la Federación Picena. Este Monasterio de las Marcas vivió un momento de renacimiento cuando comenzó a acoger vocaciones femeninas procedentes del llamado “Camino Neocatecumenal” de Kiko Argüello. Fue precisamente desde el Camino que nuestras jóvenes ingresaron a la religión, para ser enviadas en 2013 por los mismos responsables del Camino a establecer una nueva fundación benedictina en Holanda, en la diócesis de Haarlem-Ámsterdam, con el beneplácito del obispo Josef Marianus Punt. El nuevo monasterio fue aprobado por la Santa Sede al año siguiente.

Como ya ocurriera en Santa María de las Rosas y en prácticamente todas las comunidades bajo el control de Kiko, la autonomía de gobierno del monasterio de Holanda también fue puesta a prueba por la graves e indebidas injerencias de los dirigentes del Camino. Esta jerarquía neocatecumenal paralela, constituida por Argüello y sus "catequistas", llevó a las Religiosos a la decisión -tomada colegiadamente en capítulo- de distanciarse del Camino.

Al cabo de cuatro años, monseñor Punt se vio obligado a retirar a las Monjas bajo la presión de Kiko, quien amenazaba con retirar de la diócesis a sus sacerdotes neocatecumenales, que eran de hecho los únicos con los que podía contar el obispo, constituyendo una parte considerable de su presbiterio. Esto da la medida de la capacidad de injerencia en la vida y el gobierno de la Iglesia por parte de una asociación laica que ha planificado capilarmente su infiltración en el cuerpo eclesial de forma que se haga imprescindible, y una vez aceptada en las diócesis pueda imponer su línea pastoral. En este punto, las Religiosas quisieron volver a Italia, al Monasterio de Pontano, pero el terremoto de 2016 lo dañó gravemente, haciendo imposible su regreso.

Obviamente, esta decisión de las Monjas, que constituye una prueba más de la acción manipuladora de los dirigentes del movimiento, ha creado un vacío en torno a nuestras Benedictinas, abandonadas a su suerte y privadas de todo sustento y apoyo por parte de los dirigentes del Camino. Las monjas buscan hospitalidad en Italia, pero los obispos diocesanos y los monasterios contactados, enterados del origen de la comunidad en las filas del movimiento neocatecumenal, oponen un rechazo tímido. A causa de los problemas causados en las diócesis y parroquias por el Camino, los neocatecúmenos no gozan más de la acogida entusiasta de antaño y esta desconfianza repercute también en las Monjas, rechazadas precisamente a causa de su origen.

 

II. La llegada a Italia

He aquí, pues, la situación de las Monjas, que llegan a Italia con el estigma de haber escapado a las manipulaciones y al adoctrinamiento herético del poderoso gurú español. Su impostación modernista, sin embargo, permitió a las Religiosas encontrar acogida en Pienza, donde, en agosto de 2017, el obispo Stefano Manetti les dio la bienvenida, considerando el hecho de que durante años la diócesis había sido testigo de la inexorable extinción de la vida religiosa contemplativa. Feliz de poder contar con un monasterio benedictino femenino, el obispo Manetti les asignó provisoriamente los espacios del seminario de verano que ya no funcionaba, haciéndose cargo del pago de los servicios públicos y prometiendo a las Religiosas que encontraría una estructura adecuada para convertirla en su sede definitiva, necesaria para la erección canónica de un monasterio sui juris, es decir, directamente dependiente de la Santa Sede.

Las promesas de monseñor Manetti de encontrar una estructura adecuada no se cumplieron, pero el obispo, sin embargo, obtuvo de la Santa Sede, en febrero de 2019, la erección del Monasterio sui juris, haciendo lo que parece ser una verdadera violación del Derecho Canónico, que estipula, como condición para la erección de un Monasterio de este tipo, la propiedad del edificio en el que tiene la sede. Respecto a ello, monseñor Manetti declara a las monjas que él mismo se constituye en garante.

Todo ello aconteció con la aprobación del Capítulo del Monasterio de origen de las Monjas. El proceso concluye en 2019 con la elección de la Abadesa, Sor María Diletta del Espíritu Santo, quien recibe la Bendición Abacial por parte de monseñor Manetti.

Después de pocos meses, monseñor Manetti propuso un contrato de préstamo a nueve años, revocable sin justificación, y con la condición de que las Religiosas se hicieran cargo de los gastos ordinarios y extraordinarios, así como de sufragar los costes de las obras de reestructuración y adecuación del edificio. Las Religiosas se encuentran, por tanto, ante una propuesta inadmisible, tanto por carecer de medios económicos, como por estar efectivamente desprotegidos de cara al futuro. Es evidente que el comportamiento contradictorio y volátil de monseñor Manetti sirvió para obligar a las Monjas a marcharse, sin expulsarlas oficialmente. Pronto se verá claramente el motivo por el cual la Curia estaba tan interesada en recuperar el Seminario de verano.

En este punto es oportuno recordar que un Monasterio Benedictino sui juris, que depende exclusivamente de la Santa Sede, no está obligado a unirse a una "Federación", es decir, a un grupo de Monasterios que comparten un determinado enfoque espiritual y de gobierno.

La Constitución Apostólica Vultum Dei Quærere, promulgada por Bergoglio el 29 de junio de 2016, intervino para modificar la práctica establecida por el Venerable Pío XII con la Constitución Apostólica Sponsa Christi Ecclesia de 1950. De aquí nace la Instrucción Cor Orans del 15 de mayo de 2018, que es la aplicación de las nuevas disposiciones sobre la supresión y federación de Monasterios. Es inútil decir que estos dos documentos tienen como objetivo la demolición de la vida contemplativa y la progresiva reeducación -precisamente a través de las Federaciones- de las religiosas. Con la excusa de la inexorable disminución de las vocaciones, Cor Orans permite la unificación de las monjas de varios Monasterios, provocando que sus propiedades -a menudo constituidas por prestigiosos edificios históricos situados en magníficos lugares- sean confiscadas por la Santa Sede. Las Monjas se encuentran así arrebatadas de su familia espiritual y enviadas a nuevas comunidades, con la obligación de asistir a “cursos de actualización”, es decir, de adoctrinamiento y “reprogramación”, fuera del claustro. Las comunidades más tradicionales son obviamente las más perseguidas.

Esta aclaración precisa es necesaria para entender cómo, una vez llegadas a Italia y constituidas en un Monasterio con Abadesa propia, las Monjas de Pienza demostraron una extrema "flexibilidad" al ponerse a disposición -aunque no estaban obligadas a ello, al estar constituidas en un Monasterio sui iuris- para entrar en contacto con las Federaciones existentes, para evaluar cuál de ellas se adecuaba más a su carisma. La llegada de la pandemia interrumpió este proceso, sobre todo después de los confinamientos. Pero la obra de devastación de Cor Orans continúa inexorable, como lo demuestra la indebida presión de la Santa Sede sobre el Monasterio de Pienza, que, como se ha dicho, no está en modo alguno obligado a federarse, por ser sui iuris.

En realidad, el problema se creó cuando monseñor Manetti eligió esta forma canónica, pero sin garantizar la propiedad del inmueble, lo cual es una condición para un Monasterio sui juris. El traslado de Manetti y el nombramiento del cardenal Lojudice -amigo del Vicario General y ex Rector del Seminario- debieron inducir al obispo a intentar arreglar una situación irregular antes de la llegada de su sucesor. En el Decreto de erección, Manetti había declarado: “De acuerdo con la legislación canónica vigente, erijo en la diócesis de Montepulciano-Chiusi-Pienza el Monasterio de Monjas Benedictinas [...] en Pienza con todos los privilegios y las gracias espirituales de que gozan legítimamente los demás Monasterios de la Orden, habiendo previsto todas las exigencias de las leyes universales de la Iglesia, especialmente en lo que se refiere a la clausura, al sustento de las monjas y a su asistencia espiritual”. Pero sabemos que no fue así: la propiedad del monasterio seguía siendo de la diócesis y el sustento de las monjas por parte de la diócesis se limitaba al pago de los servicios públicos. Por eso el obispo no pudo hacer oficial su alejamiento y se limitó a presionar verbalmente a las monjas para que se marcharan.

 

III. El descubrimiento del Rito antiguo

En 2020, gracias a un sacerdote amigo del Monasterio y a algunos encuentros providenciales con figuras vinculadas al mundo de la Tradición, las Religiosas “descubrieron” la Liturgia Tridentina y monseñor Manetti aplicó en su favor el Motu Proprio Summorum Pontificum, creyendo que la celebración ocasional de la Misa en rito antiguo podría ayudar a la Comunidad a liberarse definitivamente de su formación neocatecumenal. Al año siguiente se puso en contacto con los monjes benedictinos de Norcia, para que ayudaran a las monjas en este camino. Con la promulgación de Traditionis Custodes, el obispo encarga a algunos sacerdotes de Roma que aseguren la celebración dominical de la Misa en rito tridentino, con la condición de que no se convirtiera en su única forma litúrgica.

Mientras tanto, las Religiosas siguen buscando por toda Italia un monasterio al que trasladarse, sin éxito. Las estructuras que ya no están habitadas son demasiado caras, o necesitan grandes obras de restauración que un pequeño grupo de monjas no puede ni siquiera empezar a afrontar. Por otra parte, las comunidades benedictinas con pocas Monjas consideran problemático acoger a trece Hermanas, que representan una especie de revolución para su vida tranquila y regular. Por ello, las Monjas piden al obispo que las deje donde están, ofreciéndose a hacerse cargo del pago de los servicios públicos, hasta entonces sólo sufragados en parte por la Diócesis, ya que recibía un importante reembolso de las Monjas.

 

IV. La llegada del nuevo obispo

En abril de 2022 llegó la noticia del traslado del monseñor Manetti a la Cátedra Episcopal de Fiesole. Esta decisión de la Santa Sede llevó al obispo -quizás para remediar una situación de grave irregularidad canónica antes de la llegada de su sucesor- a revocar verbalmente el permiso concedido a las Monjas para que pudieran valerse de la Misa Tridentina. A partir de ese momento, monseñor Manetti ni siquiera se ocupó de proveerles asistencia espiritual, privándolas de la Santa Misa -incluida la de la "forma ordinaria"- incluso en los días de precepto. No es suficiente: delante de las Religiosas declara que nunca tuvo intención de expulsarlas, pero anticipa que el padre Antonio Canestri - todavía Rector del Seminario, aunque ha sido clausurado y convertido en Monasterio, y amigo desde hace mucho tiempo del nuevo obispo, el cardenal Lojudice- tiene toda la intención de quitárselas de encima. Don Antonio se presenta en el Monasterio, con prepotencia y tonos intimidatorios, llegando incluso a violar la clausura, irrumpiendo en las celdas de las Monjas y reivindicando la propiedad del edificio. La intención de Don Canestri de lucrar con ese inmueble es evidente.

Aquí está explicada, a todas luces, el carácter de pretexto de las acciones disciplinarias contra las monjas, banalmente encaminadas a una operación financiera, al estilo del monasterio de Ravello, en la costa amalfitana. Por otra parte, una estructura situada en una loma que domina el encantador Val d'Orcia representa una suculenta oportunidad de beneficio para las arcas de la diócesis y de la Santa Sede.

Que quede claro: la cuestión económica e inmobiliaria es el elemento que mueve a muchos clérigos a ejecutar Cor Oranscon el único fin de ganar dinero o congraciarse con la corte bergogliana. Pero el propósito verdadero y más profundo, el que anima toda la acción de este “pontificado”, es ideológico: normalizar la vida religiosa al nuevo paradigma pauperista, migratorio, ecologista, ecuménico y sinodal impuesto por la Junta del argentino. No se está comportando de manera diferente con los fieles y las comunidades tradicionales, que con Traditionis Custodes han visto anulados o reducidos drásticamente los derechos que el Motu Proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI les había concedido en 2007. En esencia, es como si un gobierno incentivara a las empresas a invertir en determinados sectores y, en cuanto empiezan a hacerlo, las obliga a quebrar cancelando o recortando los incentivos. Es inútil decir que semejante operación, además de cobarde y moralmente reprobable, no es fruto de la impericia o de la incapacidad, sino de una voluntad dirigida a crear el mayor daño posible. Si combinamos entonces Cor Orans y Traditionis Custodes, el destino está inexorablemente sellado.

La animosidad del cardenal Lojudice hacia las Hermanas fastidiosas no tardaron en manifestarse. Durante la toma de posesión de la Cátedra de Pienza, el nuevo obispo se negó a darles la Comunión de rodillas, las humilló delante de toda la ciudad haciéndolas levantarse y comulgar en la mano, y en la sacristía las reprendió diciéndoles que en su Monasterio podían hacer lo que quisieran, pero que en público debían ajustarse a la práctica común (violando las normas litúrgicas, que permiten a los fieles arrodillarse y recibir la Sagrada Hostia en la boca).

 

V. Los hechos que preceden a la Visita Apostólica

En septiembre de 2022 Su Eminencia comunicó a las Monjas que deseaba visitarlas, coincidiendo casualmente con su ausencia del Monasterio. El secretario, informado de la ausencia de las Monjas, que se habían desplazado a otro lugar para un retiro espiritual, contestó que su presencia no sería necesaria, ya que la visita del Cardenal tenía como objetivo principal la valoración inmobiliaria del edificio. Creo que queda claro el orden de prioridades que anima la acción “pastoral” de los obispos bergoglianos: primero los negocios, luego la propaganda y las fotos posadas con gitanos e inmigrantes (que por sí solas habrán bastado para poner frenético a Bergoglio), y si queda tiempo, la atención a la única comunidad contemplativa de la diócesis. No de otro modo actúa el Dicasterio para los Religiosos, empeñado en lucrativas operaciones especulativas con la venta de inmuebles, para disponer de los cuales no duda en acribillar a las pocas comunidades que sobreviven a la crisis vocacional postconciliar.

Las monjas de Pienza consiguen aplazar la visita del cardenal Lojudice al 8 de noviembre. Pero el 11 de octubre se presenta sin previo aviso la Madre Roberta (que más tarde resulta ser la Visitadora), junto con el abad de Pontida y una tercera persona. Estas personas no encuentran a nadie, ya que las monjas están todas en retiro en otra región, y esta incursión tampoco tiene éxito. Pero el 1 de noviembre el Abad de Pontida vuelve al ataque, anunciando una Visita Apostólica a la Abadesa y constatando la presencia de las monjas para el 3 de noviembre siguiente.

La Abadesa llama entonces al cardenal Lojudice para preguntarle si estaba al corriente de la visita apostólica. Su Eminencia niega saber nada al respecto, pero luego se contradice admitiendo que el 11 de octubre anterior había acompañado a los visitantes que habían acudido al Monasterio sin anunciarse. En aquella ocasión, el obispo señaló que se había enterado de que las Monjas celebraban la Misa en el rito antiguo y que aún no habían entrado en ninguna Federación.

Dos elementos a tener en cuenta. El primero: la conversión "tradicional" de las monjas. El segundo: su no adhesión a una Federación benedictina. Como se mencionó anteriormente, las Federaciones, después de la Instrucción Cor Oransde Bergoglio, se utilizan como institutos de reeducación y adoctrinamiento para el nuevo curso. El hecho de que el Monasterio de Pienza sea sui juris, y por tanto no esté obligado a federarse, desencadenó la furia del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada, a cuya cabeza está el cardenal Braz de Aviz, aquel que, para entendernos, en un encuentro con monjas de clausura para presentarles las maravillas de Cor Orans les dijo: “¡Tratad vuestra vida como adultas, y no como adúlteras!” (aquí). El cardenal brasileño cuenta con la ayuda de su secretario, monseñor José Rodríguez Carballo, nada menos que el principal responsable de la quiebra financiera de la Orden de Frailes Menores Franciscanos -en cuyos asuntos aparece la "misteriosa" muerte de dos personajes-, de la que Carballo había sido ministro general antes de ser promovido por Bergoglio como secretario de toda la constelación de las Órdenes y de las Congregaciones religiosas de la Iglesia católica. Por otra parte, ¿qué mejor cargo para una persona que había demostrado ser corrupta e incapaz de gestionar la administración de su propia Orden? ¿Y en qué había invertido la Orden de Frailes Menores, sino en drogas y armas? (aquí), No olvidemos que Carballo está tan involucrado en este escándalo como en la persecución de, entre otros, los Franciscanos de la Inmaculada, no sólo por su postura conservadora, sino también por el llamativo patrimonio inmobiliario que la Santa Sede no pudo apropiarse por el simple hecho de estar a nombre de una asociación civil. Precisamente en los últimos días se ha sabido que Bergoglio ha decidido expropiar -literalmente- los bienes de las entidades eclesiásticas, declarándolos "propiedad de la Santa Sede en su conjunto y, por tanto, pertenecientes a su patrimonio unitario, indivisible y soberano" (aquí). Como puede verse, el destino de las Monjas anticipó ligeramente el de todas las Comunidades. Lo que significa, en términos simples, que a partir de ahora -ya que el Papa es ahora el propietario legal de todos los bienes de la Iglesia- él puede disponer de ellos de forma autónoma, no sólo para venderlos y ganar dinero, sino incluso antes de eso para tener una palanca legal con la que chantajear a Conventos, Monasterios, Diócesis, Seminarios y otros institutos, que antes seguían siendo autónomos y libres de tomar sus propias decisiones sin temor a ser extorsionados.

La praxis de la Iglesia siempre ha protegido la propiedad de los bienes de las entidades eclesiásticas, precisamente para garantizar con ello esa necesaria independencia de medios que es premisa de una opción libre y consciente de fidelidad a la Sede Apostólica. El reciente Motu proprio de Bergoglio -que parece redactado por Klaus Schwab- pone patas arriba esta situación, sometiendo a chantaje a Órdenes Religiosas y Diócesis, con esos métodos de cesión de soberanía que en las cuestiones temporales distinguen el golpe de Estado de la Unión Europea, la OMS y el Foro Económico Mundial contra los Estados. No sé si mis Hermanos en el Episcopado y los Superiores de las Congregaciones Religiosas se dan cuenta de lo que esta decisión de Bergoglio representa para ellos y para su independencia, de hecho, privados de poder y reducidos a meros funcionarios a merced de los dictados del Vaticano.

 

VI. La Visita Apostólica

El 2 de noviembre de 2022, un día antes de la reunión prevista, la Abadesa de Pienza descubrió que el Abad de Pontida llegaría poco después, así por sorpresa y con claras intenciones intimidatorias. Cualquier clérigo sabe que una Visita Apostólica es un acontecimiento delicado que hay que gestionar con mucha caridad y procurando que sea lo menos traumático posible, ya que se trata siempre de una inspección de los Superiores, motivada implícitamente por motivos serios. Por esta razón, es, cuando menos, imprudente estirar demasiado la mano, con una Comunidad de jóvenes monjas de clausura ya probadas por las vicisitudes antes expuestas, presentándose incluso un día antes, como para “sorprender” a las Monjas.

Los dos visitadores, utilizando métodos bien probados, actúan sin escrúpulos, valiéndose de la duplicidad y la mentira. Los interrogatorios de las monjas son verdaderas sesiones de tortura: intentan por todos los medios desgastar psicológicamente a las Hermanas, fomentar las divisiones y aprovecharse de ellas para destruir el tejido de la Comunidad, así como el equilibrio psicofísico y la serenidad de las Monjas.

Llegan entonces al monasterio el Abad de Pontida, Dom Giordano Rota, que es también -por casualidad- consultor del Dicasterio Vaticano para los Religiosos, y por lo tanto al servicio de Braz de Aviz y Carballo, notoriamente corruptos y ultra progresistas. Así que tenemos: el Visitador elegido por Roma, progresista; la Visitadora, progresista; el obispo, el cardenal Lojudice, progresista. Los tres, ça va sans dire, estrictamente probergoglianos y alineados con el nuevo rumbo. Lo mismo vale para las monjas que los acompañarán en su acción inquisitorial contra las pobres monjas.

Los visitadores interrogan a todas las monjas, manteniéndolas bajo presión hasta una hora y media. Las preguntas hablan por sí solas: ¿Qué harías si fueras Abadesa? ¿Qué cambiarías de la Comunidad y de la Abadesa? ¿Cómo ve el futuro de la Comunidad? ¿Por qué tiene el Altar de cara a la pared? ¿Qué hay detrás del rezo del Páter Noster en latín? ¿Qué son esas cosas tan feas que hay en el altar (refiriéndose a las reliquias)? ¿Sabes cuánto dinero tienes? ¿No te has preguntado por qué ninguna federación ni monasterio te ha querido? ¿Cómo se hizo la elección de quién iría a Holanda? ¿No veis que el edificio no es adecuado para el claustro? Preguntas intimidatorias, en las que se comprende no sólo la prevención de los Visitadores, sino también su aversión al carisma tradicional y su fin último: tener un pretexto para cerrar el Monasterio y reapropiarse del edificio, que como hemos visto ya estaba en la mira del vicario general y del mismo cardenal Lojudice.

La Visita Apostólica -en la que no hay nada de “apostólico”- terminó el 5 de noviembre, entre otras cosas, pillando in fraganti a los Visitadores al sacar fotos a escondidas del altar de la Capilla -frente al sagrario y la cruz, nada menos- y a los productos de las Monjas ofrecidos en el atrio, como es costumbre en tantas casas religiosas. Obviamente, para mantener la presión sobre las pobres Monjas, los Visitadores se niegan tanto a especificar por qué fueron enviados por el Dicasterio -ya que no había ningún hecho grave que justificara su presencia- como su valoración final. Cosas, ambas, que los Visitadores deberían haber dicho, aunque sólo fuera en nombre de la tan cacareada parresia bergogliana.

 

VII. Nuevas intimidaciones e incursiones

Concluida esta inspección, se aplazó la visita del cardenal, prevista para el 8 de noviembre. El 15 de noviembre, Su Eminencia se presenta con el vicario general, el padre Antonio Canestri. Nada más entrar, preguntó si eran las Monjas quienes preparaban las mermeladas puestas a la venta, diciendo que al Alcalde de Pienza le habían llegado rumores de que compraban esas mermeladas en el supermercado y luego las revendían con la etiqueta del Monasterio. Ante la indignada respuesta de las Monjas, ofendidas por esta insinuación gratuita e injustificada, el cardenal quedó en evidencia y las acusó de ser poco colaboradoras y hostiles. En ese punto, las monjas le preguntaron si necesitaba el edificio, a lo que él respondió: "Yo personalmente, no”.

Cabe señalar que esta insistencia en los productos de las monjas no tenía nada que ver con la Visita Apostólica, y parecía un pretexto a falta de razones canónicas válidas. Además, el haber recurrido a cuestiones materiales implicando al Alcalde debió exasperar la situación al extenderla a la esfera civil, que hasta entonces no tenía derecho a intervenir. En todo caso, las Religiosas no cometieron ninguna irregularidad al ofrecer mermeladas, Rosarios, velas y otros productos elaborados por ellas para recibir la liberalidad de los pocos benefactores y amigos, necesaria para su subsistencia.

Al mediodía del 13 de febrero, el padre Raffaele Mennitti, vicario para la vida consagrada de la diócesis de Montepulciano-Chiusi-Pienza, y el padre Paolo, secretario personal del cardenal Lojudice, se presentaron en el monasterio y entregaron una carta en sobre cerrado a cada monja, afirmando desconocer su contenido. En mi próxima intervención examinaré el contenido de estas misivas enviadas por la Santa Sede al Monasterio.

Por la tarde, a las 16 horas, los dos sacerdotes regresan junto con la presidente de la Federación Picena, la Madre Vacca, y la vicaria de la Federación, la Madre Di Marzio, quienes pretenden ingresar para que la Madre Vacca pueda hablar con cada Monja. En ese momento, la Abadesa, la Madre Diletta y todas las Hermanas salen y declaran que no consienten su intrusión intimidatoria y sin previo aviso. La Madre Diletta, intimidada por el padre Rafael a “obedecer a la Iglesia”, responde que deberían avergonzarse por abusar de su poder de esta manera y que las Monjas no estaban obligadas a obedecer órdenes injustas. No satisfechos con la improvisación, los mensajeros de la Curia y del Dicasterio detuvieron a algunos familiares de las monjas, tratando de amedrentarles para que persuadieran a las monjas a someterse. El padre Rafael incluso tomó del brazo a la madre Diletta, tirando de ella para que le escuchara y afirmando que sus temores eran infundados.

Al día siguiente, la Madre Diletta encontró su cajero automático desactivado y descubrió por el banco que su autoridad para operar la cuenta del Monasterio había sido revocada y sustituida por una nueva a nombre de la Madre Vacca. Así pues, la cuenta con los míseros fondos de las monjas -seis mil euros- está de hecho embargada por la autoridad, privando a las monjas de su sustento. Y menos mal que la preocupación de los visitadores era de orden espiritual... Probablemente informado de los hechos, monseñor Manetti llamó a la Madre Diletta para presionarla y sondear el terreno para ver si la visita del día siguiente del cardenal Lojudice tendría alguna esperanza.

El 16 de febrero, la Madre Vacca envió a la Madre Diletta una carta por WhatsApp en la que le advertía que la dejara tomar posesión del Monasterio, tal y como se ordenaba en la comunicación del Dicasterio, que entretanto había sido impugnada por las Religiosas y, por tanto, debía considerarse suspendida en sus efectos. La Madre Vacca amenaza con graves consecuencias canónicas y civiles en caso de desobediencia.

 

VIII. El recurso al “brazo secular”

En la mañana del 17 de febrero se presentaron en el Monasterio Don Raffaele, vicario para la Vida Consagrada de la diócesis de Montepulciano-Chiusi-Pienza, Don Paolo, secretario personal del Cardenal Lojudice, la presidente de la Federación Picena, Madre Vacca, la vicaria de la Federación, Madre Di Marzio, el mariscal de los Carabinieri de Pienza, Paolo Arcangioli, y otros dos soldados del arma. La prontitud de las monjas hizo que también grabaran en vídeo esta incursión surrealista, incluso con la ayuda del “brazo secular”. El abogado de las monjas señaló con razón, entre otras cosas, que el recurso a los Carabinieri constituye una violación de las normas del concordato, y es inaudito que para un asunto que la Curia insiste en definir como el resultado de un malentendido, no hayan dudado en aterrorizar a las monjas con la presencia de Carabinieri.

El 19 de febrero, la diócesis publicó el infame comunicado, que fue retomado y reproducido en Toscana Oggi (aquí) y La Nazione (aquí). Este comunicado, lleno de inexactitudes y omisiones, concluye con una invitación a no apoyar económicamente al Monasterio. Aqua et igni interdictæ, es decir, privado -como se hacía en la antigua Roma- de cualquier apoyo y ayuda de los demás ciudadanos, como consecuencia de la revocación de la ciudadanía. Esta es la “iglesia de la misericordia” de Bergoglio.

No fue suficiente: pocos días después, los Carabinieri de Pienza llamaron a los familiares de las monjas para informarles de que serían citados para tomarles declaración sobre el monasterio, sin formalizar notificación alguna. No quiero imaginar quién dio la orden, ni cómo los Carabinieri pudieron prestarse a esta grotesca farsa inquisitorial, llegando incluso a pedirles que no contaran a nadie la llamada telefónica, precisamente para atemorizar aún más a las atribuladas Monjas.

En la página web de la agencia ANSA (aquí) nos enteramos entonces de una notificación formal a las Monjas, presentada por la diócesis de Montepulciano-Chiusi-Pienza, firmada por el abogado Alessandro Pasquazi. Uno se pregunta a título de qué se habría enviado este aviso a una agencia de prensa, cuando no se ha presentado ninguna notificación del mismo a las Monjas.

Este es el último acto, al menos por ahora, de una obra a medio camino entre la farsa grotesca y la tragedia, cuyos actores se dividen en víctimas y verdugos.

Las víctimas son las trece monjas. Víctimas por su turbulento pasado, en el que pudieron crecer espiritualmente y sustraerse a las presiones e injerencias obsesivas del establishment del Camino Neocatecumenal, desembarcando en Pienza; víctimas del desorden burocrático de monseñor Manetti, que las erigió como Monasterio sui juris a pesar de no tener la propiedad del inmueble; víctimas de la codicia de clérigos sin escrúpulos, “culpables” de ser una presencia incómoda que impide la explotación económica de la estructura que las hospeda; víctimas de la furia ideológica de los bergoglianos, por su cercanía a la Tradición y su deseo de no doblegarse al adoctrinamiento modernista negando su fidelidad a Nuestro Señor y a su propio carisma.

Los hechos que he expuesto son verificables, están corroborados por pruebas irrefutables y confirmados por numerosos testimonios. Su concatenación muestra el carácter premeditado del ataque a las monjas, y permite adivinar cuáles eran los verdaderos objetivos de quienes las atacan, y las especiosas excusas con las que intentan desviar la atención del elemento principal de este asunto: la ausencia de motivos reales y justificados para proceder contra ellas. Inventar nuevas e infundadas acusaciones in itinere no podrá ocultar el hecho de que la Visita Apostólica es un intento más -enmascarado en un aparente respeto a las normas canónicas- de golpear a las comunidades de Vida Contemplativa, tanto más si son de orientación tradicional.

En la segunda parte veremos cómo estas medidas vaticanas son completamente ilegítimas y carentes de valor según el Derecho Canónico.

 

+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo

26 de febrero de 2023

Dominica I in Quadragesima

 

Publicado originalmente en italiano el 26 de febrero de 2023, en https://www.marcotosatti.com/2023/02/26/il-caso-del-monastero-di-pienza-ristabilire-la-verita-mons-vigano/


Traducción al español por: José Arturo Quarracino

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07 lug, 2023
Marco Tosatti Cari amici e nemici di Stilum Curiae, il nostro Mastro Titta offre alla vostra attenzione queste caustiche, profetiche, irriverenti e molto realistiche riflessioni sull'alato livello di diversità - chiamiamola così - presente nelle nomine di papa Bergoglio. Buona lettura e diffusione.
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